Sumpango ha sido un territorio de capas moldeadas por la tradición y la herencia, a pesar de los distintos cambios sociales.

Conformado por una población mayoritariamente kaqchikel, el municipio del occidente guatemalteco es visto desde hace décadas como un punto de flujo migratorio tanto hacia adentro de su territorialidad, como hacia afuera.

Sumpango no tiene “academias de arte” formales, aún tratándose de un pueblo que se caracteriza por la creación y las manifestaciones artísticas. Acá, la enunciación creativa, fluye como otra dinámica cotidiana.

Bastan unos cuantos pasos en la cabecera del municipio para toparse con abundantes murales. Tomando en cuenta sus variados tamaños y la sutileza en sus tonalidades, estos lienzos buscan hablar desde una pertenencia común.

Sumpango ha sido un territorio de capas moldeadas por la tradición y la herencia, a pesar de los distintos cambios sociales.

Conformado por una población mayoritariamente kaqchikel, el municipio del occidente guatemalteco es visto desde hace décadas como un punto de flujo migratorio tanto hacia adentro de su territorialidad, como hacia afuera.

Sumpango no tiene “academias de arte” formales, aún tratándose de un pueblo que se caracteriza por la creación y las manifestaciones artísticas. Acá, la enunciación creativa, fluye como otra dinámica cotidiana.

Bastan unos cuantos pasos en la cabecera del municipio para toparse con abundantes murales. Tomando en cuenta sus variados tamaños y la sutileza en sus tonalidades, estos lienzos buscan hablar desde una pertenencia común.

El límite entre la Zona 3 y la Zona 7 de la ciudad de Guatemala se convirtió en un punto importante para el imaginario urbano desde que en la década de 1960 se estableció allí el actual relleno sanitario de la capital.

Casi seis generaciones han habitado alrededor del vertedero y gran cantidad de las familias han estado vinculadas al mismo, dadas las opciones de sustento económico propiciadas por el trabajo de recolección y reciclaje en el lugar.

Desde El Anticéntrico preguntamos a algunas vecinas del área cómo definirían su comunidad y nos dieron respuestas distintas, pero llenas de convicción que se engloban desde un sentido de calidez y vinculación.

Aunque casi al unísono dijeron que hay desafíos por superar como la violencia y la brecha laboral, las vecinas no dejaron a un lado la idea de “ver más allá”, y aseguraron que no solo “las cosas malas” definen este espacio.

El límite entre la Zona 3 y la Zona 7 de la ciudad de Guatemala se convirtió en un punto importante para el imaginario urbano desde que en la década de 1960 se estableció allí el actual relleno sanitario de la capital.

Casi seis generaciones han habitado alrededor del vertedero y gran cantidad de las familias han estado vinculadas al mismo, dadas las opciones de sustento económico propiciadas por el trabajo de recolección y reciclaje en el lugar.

Desde El Anticéntrico preguntamos a algunas vecinas del área cómo definirían su comunidad y nos dieron respuestas distintas, pero llenas de convicción que se engloban desde un sentido de calidez y vinculación.

Aunque casi al unísono dijeron que hay desafíos por superar como la violencia y la brecha laboral, las vecinas no dejaron a un lado la idea de “ver más allá”, y aseguraron que no solo “las cosas malas” definen este espacio.